jueves, 8 de abril de 2010

Propiedad en función del Estado: Fascismo en el mercado de medicamentos

Llamemos socialismo al sistema de propiedad en manos del Estado, al fascismo, o nacionalsocialismo, la propiedad en función del Estado, y el sistema de libre intercambio la propiedad en función de la sociedad (no función social, un termino a propósito demasiado vago y manipulable). Con esto entendamos que el Estado, a contrario de definiciones legales que como justificaciones para sus acciones lo definen como todos los miembros y elementos de la sociedad, en realidad no es más que el pequeño conjunto de individuos que controlan el aparato coercitivo, a veces con intenciones altruistas, pero mucho más frecuentemente con intereses propios (y de esta definición no se escapan ni izquierdas ni derechas).

No menciono el capitalismo, ya que esto es otro termino vago y manipulable, usado por tanto sus amigos como enemigos para defender sus propios intereses que muchas veces no tienen nada que ver con el libre intercambio y la libertad de los individuos. De esta manera el llamado capitalismo de Estado, que es más un esquema fascista al referirse a las estructuras económicas. Pero para esclarecer un poco más a lo que me refiero en el titulo de este articulo, tomando en cuenta las definiciones anteriores, establecemos que el fascismo entonces es el sistema en el cual la propiedad, o las estructuras productivas de la sociedad, se mantienen teóricamente en manos privadas, pero funciona solamente acorde a los permisos y deseos de aquellos individuos que manejan el aparato Estatal.

En el régimen fascista Alemán bajo Hitler, los intereses y deseos de aquellos individuos que manejaban el aparato Estatal eran claramente militaristas, expansionistas y racistas, y controlaban las estructuras económicas de Alemania para apoyarles en estos fines. Ahora, los fines en un esquema fascista no necesariamente son estos. Pueden ser fines oportunistas, nepotistas, clientelistas, mercantilistas, totalitarios, populistas, personalistas, meramente lucrativos, o cualquier sin fin de intereses cuyo el poder del Estado puede ayudar a concebir, es decir, conseguir por medio del uso de la fuerza del Estado en detrimento de los derechos de los individuos que compone la sociedad, y no a través del la cooperación y la coordinación voluntaria del mercado.

Consideremos en este marco la cuestión de los medicamentos y en especial la propuesta de ley por parte del ejecutivo Salvadoreño que establece un esquema de controles en este sector, incluyendo la capacidad de fijar precios. Este es un perfecto ejemplo de lo que Ludwig von Mises describe en su obra Intervencionismo: Un Análisis Económico, es decir, como la intervención Estatal en los procesos económicos crea deformaciones de estos procesos que resultan en problemas peores de aquellos que se buscaban solucionar originalmente, e incentiva mayores intervenciones por parte del Estado en un circulo vicioso, cual es acelerado por el amplio populismo y cortoplacismo en el cual está cayendo nuestra clase política.

En su editorial del 7 de mayo del 2009 en El Diario de Hoy, El colmo moral y económico del oligopolio, Manuel Hinds describe como la raíz del problema de los precios de los medicamentos en El Salvador radica en el Consejo de Salud Pública y su intervención en el mercado de medicamentos. Al limitar la competencia arbitrariamente, favorece a ciertos intereses por sobre las necesidades de la población. Digo arbitrariamente porque el marco regulatorio en el cual existe, como la mayoría de marcos regulatorios excesivos, lo que crean no son protecciones a los consumidores y a la población en general. Por el contrario, posibilitan la corrupción, el abuso de poder y la institucionalización de privilegios a individuos cercanos al poder mismo.

La Ley de Medicamentos y productos sanitarios, y los poderes que le otorga al Consejo Nacional de Medicamentos y Productos Sanitarios que contempla crear, incluyendo el control de precios, lejos de solucionar el problema del costo de medicamentos, lo que lograría es concentrar aun más poder discrecional en un Consejo no electo y poco transparente. Tendrá el poder de decisión sobre quien, como, cuando, a quien y a que precio se venden los medicamentos en este país, y consecuentemente tendrá la habilidad de favorecer y privilegiar los intereses de quien se le antoje, ya sea intereses del poder político o del poder económico, sin tener que rendirle cuentas a ninguno de nosotros.

¿Que es el fascismo? Usted, querido lector, juzgue.

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