jueves, 20 de mayo de 2010

Crisis de Valores y Salud Social

Muchos responsabilizan la decadente y deteriorante situación social que vivimos, y que se puede decir se vive a nivel mundial, a la existencia de una crisis de valores. Se dice que las sociedades han perdidos sus valores morales y culturales y que por tal razón están destinadas a la perdición paulatina. En nuestro país se ha llegado hasta a ofrecer solucionar esto con medidas como la lectura de la Biblia en las clases. Una crisis de valores no la vamos e resolver imponiendo la lectura de la Biblia en los colegios (solo los padres de familia tienen el derecho a tomar decisiones sobre el carácter religioso de la educación de sus hijos), ni con otros esquemas moralizadores de tal tipo. El problema, de pretenderse buscarse una solución, debe ser analizado mucho más a profundidad para entender sus verdaderas causas.

Si hay una crisis de valores, y concluimos que esta es parte de la razón detrás de los problemas sociales que vivimos, como la violencia, la drogadicción, la desintegración familiar, etc. tenemos entonces que concluir que esos valores que hoy se encuentran en decadencia fueron parte del fundamento que anteriormente fortaleció y desarrollo nuestra sociedad. Entonces, si los valores, y las normas sociales en general, son una parte esencial del desarrollo y el éxito de una sociedad, debemos examinar primero de donde surgen tales normas y segundo cual es la razón de su desintegración.

¿De donde surgen las normas y costumbres sociales que impulsan a la sociedades? Las normas sociales son instituciones que surgen evolutivamente de la relación entre individuos en una sociedad. Este carácter evolutivo y adaptivo es el que impulsa a ciertas sociedades hacia el éxito, y condena a otras a la decadencia. Esto resulta de la necesidad de previsibilidad en las relaciones interpersonales para una organización social exitosa.

A su nivel más básico, para que dos personas puedan coexistir pacíficamente, la primera debe de tener confianza en que el segundo individuo no lo asesinara mientras duerme. En este sentido debe poder predecir hasta cierto punto el rango de acción del segundo individuo. Una sociedad en la cual un individuo no pueda predecir con cierta certeza que las personas alrededor de el no intentarán asesinarlo en cualquier momento no puede avanzar más allá de una existencia caótica, y pronto se desintegraría. Por lo tanto, aquellas sociedades en que surja la institución del respeto a la vida ajena como norma de convivencia social logra una ventaja sobre aquellas que no, y logran crecer a un siguiente nivel de organización social.

Así pasa con todas las instituciones que trascendieron a ser normas sociales ampliamente aceptadas. En el transcurso histórico surgen un sin fin de formas de organización social. Las que le otorgan a una comunidad ventajas en su desarrollo sobreviven y fortalecen, las que no desaparecen. Un ejemplo claro siendo el matrimonio. El matrimonio tradicional surge como institución y prevalece sobre otras formas de conjunto familiar por los beneficios que dicha estructura otorga a la sociedad. No surge de forma planificada. Surgió de forma espontánea, y por su idoneidad sobrevivió y se generalizó a través del mundo. De igual forma surgen instituciones como la propiedad, el derecho, la religión organizada, las cooperativas voluntarias, las organizaciones de ayuda mutua, los clubes de deporte, y así sucesivamente hasta llegar al comportamiento social más sencillo del ser humano, como lo puede ser el apretón de manos.

Como enunciaba Adam Ferguson, estas instituciones son resultado de la acción humana, pero no así del designio humano. Es decir, surgen como una consecuencia no intencionada de las acciones que seres humanos ejecutan en función de alcanzar sus fines, no son instituciones planificadas y organizadas por una mente humana con fines racionalizados anteriores a sus resultados. Surgen a través de un proceso evolutivo que incluye todas las acciones, voluntades, intenciones y relaciones humanas, algo demasiado amplio para ser comprendido por el conocimiento limitado del individuo.

¿Pero, por qué es que estas instituciones que comprenden un orden espontáneo evolutivo le otorgan a la sociedad el impulso al desarrollo que mencionábamos al principio? Una de estas razones es el poder horizontal organizativo. Es decir, a través de todas estas relaciones humanas se crea una red de responsabilidades interpersonales que los individuos se ven obligados a respetar. Estas normas sociales, que pueden ser tan simples como respetar una fila, no son impuestas verticalmente por una estructura de poder coactiva. Son ejercidas a través del poder social, el cual es magnificado en lo que los lazos que unen al ser humano con su comunidad son fortalecidos. Estos lazos de dependencia mutua, de responsabilidad ante el prójimo, de cooperación voluntaria, conjunto al conocimiento personal que las acciones propias tienen repercusiones ante aquellos de quienes uno depende, son el fundamento de la organización, y por ende, la salud social.

Pero, si esta salud social se encuentra deteriorada, y como tal está arrastrando a la sociedad hacia el caos, tiene que haber un punto en el cual entra una variable nueva que perturba este proceso social. En este punto debemos notar la diferencia entre el poder horizontal y el poder vertical, lo que también podemos describir como poder social y poder coactivo. El poder social es el descrito, en el cual las normas sociales surgen y son ejercidas a través de la responsabilidad interpersonal. El poder coactivo es aquel que busca reorganizar la sociedad imponiendo sus propias normas a través del uso de la fuerza. Este puede ser ejercida por el Estado, o por otra entidad que ejerce control a través del uso o la amenaza de la violencia.

Cuando el poder coactivo irrumpe los lazos del poder social e impone su propia estructura de organización basada en sus propias visones e intereses, empieza a erosionar esa interdependencia y responsabilidad mutua, base de la salud social. Es decir, el poder coactivo, en lo que se amplía, desplaza y sustituye al poder social. Entre más esferas de la vida del ser humano son controladas y estructuradas por el poder coactivo, menor es el ámbito de ejercicio del poder social.

Se puede decir entonces que la sociedad se va enfermando en lo que los individuos se van independizando el uno del otro. El poder vertical aliena al ser humano, lo extrae de su responsabilidad ante su comunidad, destruye el control multilateral que ejerce la sociedad, y establece una forma de control unilateral individuo-poder coactivo. Es en este punto que se empieza a perder el conocimiento internalizado que las acciones de uno afectan a los demás. Es en este punto que los individuos dejan de depender el uno del otro, pierden la necesidad de cooperar voluntariamente para sobrevivir, y se crea un ambiente de confrontación. Las normas sociales se desintegran, el poder social omnipresente desvanece, el control coactivo se vuelve la única forma de mantener orden y esto resulta en una cultura de violencia y corrupción.

Este es el proceso de descomposición social que vivimos actualmente. El Estado, al sobre expandir su control sobre la esfera de la acción humana, es hoy incapaz de ejercer el poder coactivo que a establecido a través de su reingeniería social. Para profundizar en este punto, es necesario comprender que en cualquier sociedad siempre habrán elementos anti-sociales indispuestos a respetar las normas sociales establecidas. Entonces, en teoría, se le otorga al Estado el monopolio sobre el uso legitimo de la fuerza para resguardar los derechos de todo ser humano, para disminuir el impacto de este comportamiento anti-social en las relaciones interpersonales.

Todo control fuera de este ámbito debe ser rol del poder social y las instituciones sociales surgidas del proceso evolutivo descrito. Por lo contrario, las consecuencias de la reingeniería de la estructura organizativa de la sociedad por el poder vertical se vuelven demasiado problemáticas y caóticas para ser controladas por cualquier poder vertical sin tener que recurrir a la represión generalizada y el amplio abuso de los derechos de los individuos.

Para resolver el problema no se puede imponer soluciones pre-fabricadas y seudo-racionalistas, como la gran mayoría de las que se han sugerido. Se necesita buscar como volver a potenciar la relaciones sociales. Se necesita devolverle su rol a las comunidades y a las instituciones sociales. Se debe buscar las formas en que los seres humanos vuelvan a desarrollar los lazos que anteriormente eran base de la sociedad. Una sociedad puede estar basada ya sea en la cooperación voluntaria entre individuos, o en la violencia. Si se limitan las esferas en las que la cooperación voluntaria son permitidas, se potencia la cultura de violencia. Por esto, no se puede más que concluir que la libertad, en vez de ser raíz del deterioro de los valores morales y culturales, como el conservadurismo quisiera hacernos creer, es la base fundamental de la salud social.

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