miércoles, 3 de febrero de 2010

Un nuevo experimento en libertad

El desarrollo tecnológico y la revolución de la comunicación esta permitiendo que la identidad cultural se desarrolle independiente de barreras geográficas. Esto esta volviendo una gran parte de la razón de ser del estado-nación como lo entendemos absolutamente obsoleto. El Estado moderno es una institución así como lo fue la Iglesia en su tiempo, o la monarquía o el faraón incluso. Como nuestro desarrollo académico, cultural, emocional, etc, a existido por generaciones puramente dentro de este marco organizacional de poder que entendemos como el Estado, se nos es bien difícil imaginarnos una realidad que pueda ser en su absoluto diferente. Vemos al Estado como un dado en si, y todas nuestras posibilidades como limitadas a como mejor hacerlo funcionar.

Entendemos la democracia, como la conocemos hoy en día, como el mejor sistema político para asegurar la justicia y evitar la opresión del individuo. Pero nos es imposible realizar que la democracia moderna como la entendemos, enfrascada en un esquema de poder particular, el cual es el Estado, es solamente un experimento en libertad que tiene aproximadamente 200 años de existir. Pero la democracia ha fallado, capaz hasta muerto, y es de suma urgencia que empecemos a considerar nuevas alternativas.

Pareciera ser casi blasfemo expresar estas ultimas palabras, pero si aceptamos lo que ha pasado en la Venezuela de Hugo Chávez y como de forma similar el nuevo tirano alrededor del mundo aprendió a manipular las instituciones democráticas para desmantelar los candados que se han desarrollado a lo largo de los últimos siglos como nuestro blindaje contra la opresión y el totalitarianismo, tenemos que aceptar, por mas que nos cueste hacerlo, que el sistema democrático actual nos ha fallado en sus propósitos y no podrá sobrevivir como tal mucho tiempo más.

Pero si hacemos un estudio honesto de la situación, debemos necesariamente llegar a la conclusión que el problema no yace en el sistema democrático en sí. No podemos caer nosotros en el mismo tipo de contradicción que acusamos de cometer al estatista. No podemos decir que es la libertad misma la que he destruido la posibilidad de libertad, así como también hay quienes plantean que es el capitalismo mismo el que hace imposible un sistema de libertades. Quien ha fallado, y es hoy obsoleto, no es el sistema democrático, es el Estado mismo.

Ya es tiempo de desarrollar un nuevo experimento en libertad. Así como el paradigma democrático que conocemos hoy fue desarrollado por grandes pensadores como Locke y Montesquieu, y ha sobrevivido de tal forma hasta este día, es hora de evaluar este primer gran experimente en libertad que ellos desarrollaron, detectar adonde ha fallado y plantear su necesaria evolución que se vuelva en un nuevo paradigma para las generaciones venideras.

Este nuevo paradigma tiene que tener como fundamento primordial los derechos políticos, sociales y económicos del individuo de una forma mucho mas profunda que aquella desarrollada por los liberales clásicos. Debe tener un entendimiento de la naturaleza humana y de cómo la tendencia expansionista del Estado limita el potencial del ser humano. Debe reexaminar el monopolio del uso de la fuerza del Estado moderno, entender la imposibilidad del calculo económico centralizado y aceptar el esparcimiento del conocimiento en un orden espontáneo. Debe celebrar en su absoluto la libertad del hombre, lo cual incluye como consecuencia la libre movilidad tanto de bienes y servicios como de personas a través de esos limites geográficos ficticios que llamamos el Estado-nación. Posibilitarle al ser humano ser un ciudadano del mundo que pueda votar libremente con sus pies cambiaría drásticamente el entorno político mundial y expandiera de una forma increíble el bienestar humano en general.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores