martes, 19 de enero de 2010

Consideraciones Sobre Cláusulas Pétreas y la Constitución Salvadoreña

Que hipocresía que, igual como invocan la injusticia como medio para alcanzar la justicia, ahora proponen violar la soberanía del pueblo como medio para alcanzar la soberanía del pueblo. Pero es que este es el lenguaje del estatista y su estrategia para llevarnos a la servidumbre, así como lo describía Friedrich von Hayek en su gran obra Camino a la Servidumbre. Este es el mismo “Doublespeak” que describía George Orwell en su novela 1984, el lenguaje del estatista que le da nuevo significado a la terminología política para confundir y manipular a las masas votantes, adonde la paz es la guerra, la libertad la esclavitud, los derechos su violación y, en su conclusión lógica, la vida no es mas que una muerte espiritual e intelectual en total sumisión al Estado absoluto.

Me causa una gran molestia, mas allá de mis convicciones políticas, llegando a tocar algo nato en mi espíritu, oír decir, a aquellos que siempre hablan, que somos nosotros parte del Estado y como tal debemos buscar como mejor servirle. El confundir al pueblo con el Estado es un error de gran profundidad igual a aquel que confunde al esclavo como propiedad de su amo y no como un individuo cuyos derechos están siendo groseramente violados. Si bien, el Estado, en teoría, existe como una entidad creada por los individuos que conforman una sociedad como la forma mas eficiente y justa de proteger sus derechos individuales, el Estado moderno es una aberración de este principio.

Pero aun así, en un marco intelectual enfrascado en aquello de que la justicia solo se alcanza a través de la injusticia, en esquemas redistributivos y micro-planificación económica centralizada, el gran Leviatán logra solamente asomarse, no aún imponerse, por sobre los individuos que conformamos la sociedad Salvadoreña. Esto en parte gracias a una Constitución política, que aún con imperfecciones notables, trata de mantener, a través de ciertas “cláusulas pétreas” un sistema Republicano Representativo en esquema de una Democracia Liberal que en teoría distribuye el poder no solamente en el espacio, a través de 3 ramas independientes y varias estructuras para servirse de controles y contrapesos, sino también a través del tiempo, con un proceso de enmiendas constitucionales que requiere de dos periodos legislativos, y de aprobación de tres cuartos de la segunda.

Esta estructura constitucional, con la naturaleza permanente e incambiable de a lo que se refiere a la forma de gobierno y la alternabilidad de la presidencia, lo cual no contempla lo que aquellos peones del Leviatán llaman la “democracia participativa” en base de plebiscitos y referéndums, no es algo establecido simplemente por pura gana y capricho de legisladores constituyentes, que cabe mencionar fueron electos por un valiente pueblo bajo las balas de un lamentable conflicto armado. Son lecciones históricas, comunicadas desde la Grecia Antigua, a través de los grande pensadores Clásicos y Liberales, y llegadas a nuestros tiempos como las mejores formas que el ser humano ha encontrado para prevenir la tiranía y proteger los derechos humanos.

Pero en vista de oportunidad, el gran Leviatán, en forma del Estado Absoluto, opresor del individuo, busca la forma de quebrantar esos candados que previenen su reino, desmantelando la frágil institucionalidad constitucional que nuestros pueblos han logrado desarrollar. La gran lección es que nosotros humanos, aunque manteniendo nuestra capacidad de razonar, podemos ser cegados temporalmente por demagogos y nuestras propias emociones. Por esto debe ser el poder distribuido a través del tiempo, para prevenir que un tirano, con apoyo de una exaltada mayoría temporal, manipule el sistema para sistematizar la violación de los derechos de los individuos en beneficio propio.

Esta es la razón por la cual nuestra constitución no contempla esquemas de “consulta popular,” que en efecto no son mas que herramientas para acelerar el camino a la servidumbre a la cual nos referíamos anteriormente. Y esto lo podemos comprobar empíricamente viendo casos no tan lejanos como es la Venezuela de Chávez, la Cuba de los Castro, y un par de otras naciones latinoamericanas que, Dios quiera, no terminarán de hundirse en tal camino. Y aquel que tenga las agallas de argumentar que tales casos no consisten de tiranías y vastas violaciones a los derechos humanos, pues como mencionaba, no es mas que un peón del Leviatán, y no merece siquiera nuestra consideración.

Pero como el mal no descansa, y la libertad será eternamente atacada, este mismo marco constitucional nos da no solo el derecho, si no el absoluto deber de insurrección en caso de que estas cláusulas pétreas sean violadas, y con el único propósito de restaurarlas. Así que estemos claros, no importa el argumento de fachada que se desarrolle para avanzar el poder del Estado y para violar la constitución, el pueblo mantiene sus derechos así establecidos y está en sus manos recuperarlos de ser violentados.

Para concluir, regresando al concepto de la soberanía del pueblo, consideremos no solo la soberanía política de un pueblo, la cual hemos estado discutiendo, sino también su soberanía económica, dos caras inseparables de la misma moneda. Y por esto, recalco, no me refiero a una soberanía económica del Estado, o nacional. Me refiero a la soberanía del pueblo, es decir, de los individuos que formamos la sociedad, y con este pensamiento los dejo con las palabras de Faustino Ballvé en su tratado Fundamentos de la Ciencia Económica:

“…como el consumidor es el pueblo en general sin distinción de fortuna ni de clase, el mercado libre es la expresión mas visible de la soberanía del pueblo y la mejor garantía de la democracia.”

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