miércoles, 23 de diciembre de 2009

De Salarios Mínimos y Cortinas de Humo

Me llamó la atención en un articulo de El Diario de Hoy este 13 de agosto titulado “Poder adquisitivo de los salvadoreños cayó en 2008” un detalle, que probablemente tenga poco significado para el contenido del articulo, y que pudiera pasar hasta desapercibido en su importancia, pero que al igual es bien revelador del marco de pensamiento político y económico tanto de nosotros los salvadoreños como de gente alrededor del mundo. De ninguna forma estoy cuestionando o criticando el trabajo profesional del periodista, si no que pretendo cuestionar un concepto que está impregnado bastante profundamente en nuestro pensamiento.

Al describir como el poder adquisitivo de los salvadoreños a disminuido ya que la inflación se ha dado por encima del incremento porcentual en los salarios, el articulo lee:
“El salario mínimo en esos dos años aumentó un 10%, lo que significa que para el sector de población que percibe esos ingresos, el recorte en el poder adquisitivo estuvo entre el 20% y el 15%, lo que explica la caída de un importante número de hogares por debajo de la línea de pobreza.”1
Con esta referencia al salario mínimo se esta sugiriendo, o al revés, el lector puede estar asumiendo, que el problema reside en el poco incremento al salario mínimo frente al incremento en el costo de la vida, y por ende, que un mayor incremento a tal aliviara la situación económica de los salvadoreños.

Esta es exactamente la suposición que busco rechazar. Bajo el concepto del salario mínimo está la creencia que los pobres son pobres porque los ricos son ricos, lo cual, fuera de un sistema feudal o autoritario, donde el estado es quien decide a los ganadores y perdedores, es erróneo. En un verdadero mercado libre, en un sistema que verdaderamente respete la libertad (no nos hagamos las ilusiones que esto existe de verdad en un presente) no hay espacio de relevancia para cualquier teoría de explotación.

Esto es porque, y esto es el punto mas importante a entender, el valor no se puede definir de una forma objetiva, es puramente subjetivo al individuo. Entonces, las riquezas de una sociedad no solo no se incrementan al ser redistribuidas, si no que se reducen considerablemente, ya que el crecimiento económico depende del incremento en el valor subjetivo ante el intercambio voluntario entre los miembros de una sociedad.

Por esto, la teoría laboral del trabajo, que define el valor de un bien o servicio basado directamente de la cantidad de trabajo que lleva incorporado,2 y en la cual se basa el argumento de la necesidad de imponer salarios mínimos, entre otras cosas, no cuadra, pues lo que es de valor al consumidor, y que por ende compra, no es una cantidad de trabajo en si, si no que los bienes y servicios que dicho trabajo produce, es así que el empresario no compra el labor del trabajador necesariamente, si no que su productividad. El valor del trabajo depende entonces de cómo consumidores y productores lo determinen conjuntamente a través de los mecanismos del mercado. Cualquier otra determinación es una falacia que conlleva distorsiones económicas que finalmente siempre llegan a perjudicar no solo al consumidor y al empresario, si no que a los mismos trabajadores.

Un salario mínimo resulta en una reducción en la demanda de trabajo y un incremento en la oferta del mismo, afectando mas drásticamente a la mano de obra no especializada, y por lo mismo, a los de mas escasos recursos, impidiéndoles competir efectivamente por puestos laborales a través de las ventajas que pudieran ofrecer (bajos costos), así reduciendo sus oportunidades de trabajo.

Lo irónico es que los miembros de la sociedad a los que dichas medidas suponen ayudar, a los menos afortunados y con menor capacidad productiva, son quienes son afectados mas negativamente. El salario mínimo lo que logra es cerrarle las puertas al mercado laboral a aquellos menos capaces de ganarse la vida, quienes pierden, por legislación o decreto, su derecho a ofrecer su trabajo por lo que vale, y de tal forma su libertad de contrato.

Esto es porque el empresario no es un acaparador de riquezas, como lo quisieran hacer ver algunos, si no que es alguien que toma riesgos ante un mercado incierto, invirtiendo los frutos de su propio labor, en una forma que a veces le trae perdidas y a veces ganancias. De esta forma, tal empresario abrirá tantas plazas de trabajos como sus costos operativos le permitan (por ende entre mas altos los impuestos y mas alto el salario mínimo, menos las plazas de trabajos disponibles) y mientras cada plaza adicional le proporcione mayor productividad.

Tampoco se justifica un aumento al salario mínimo por haberse negociado con gremios empresariales, pues dicha medida puede llegar a beneficiar a ciertos sectores empresariales ya establecidos y con cierta fuerza en el mercado, impactando negativamente a productores mas pequeños e impidiendo el surgimiento de competencia en el mercado.

Dado es el caso en el que Walmart3 en Estado Unidos, después de surgir y establecerse como un gigante corporativo a través del éxito logrado ofreciendo precios bajos (para lo que necesitaba mantener costos bajos, lo cual significa ofrecer salarios bajos), llegara a apoyar incrementos al salario mínimo. Esto no es por un surgimiento espontáneo de responsabilidad social corporativa, si no por una realización que un salario mínimo protege a las empresas establecidas con márgenes de ganancia mas altos contra empresas en crecimiento que busquen competir recortando sus costos operativos y así ofreciendo precios mas bajos.

En efecto lo que pasa en estos casos es que los fuertes (los políticamente poderosos, y supuestos representantes de una mayoría) le están prohibiendo a los mas débiles (la minoría mas pobre que tiene la menor influencia política) el uso de los recursos limitados que tienen como forma de subsistir, con el propósito de obtener réditos políticos y una falsa conformidad moral antes sus acciones e intenciones moralmente cuestionables.

Al incrementar el salario mínimo, el Estado está forzando a mas gente fuera del mercado laboral, gente la cual el mismo Estado después pretende apaciguar arrojándoles migajas a través de programas sociales, cuando es el Estado mismo quien les ha eliminado sus posibilidades de subsistencia. Lo que es mas, Para financiar dichos programas sociales el Estado debe incrementar impuestos, o sea, expandir su poder confiscatorio por sobre los sectores productivos de la sociedad (a quienes todavía les permite trabajar) lo cual resulta en limitar todavía mas el poder adquisitivo de productores, y de esta forma, su capacidad de contratar una mayor fuerza laboral, doblemente afectando a los que mas necesitan de dichos trabajos.

Para finalizar quisiera aclarar ciertas cosas. Primero, hacer énfasis que en este análisis no he hecho mención ni de izquierdas ni de derechas. Esto es porque ambos bandos pueden ser igualmente susceptibles a tales falacias económicas que pueden llevar a resultados desastrosos. Y segundo, no pretendo que este análisis sirva de justificación a un status quo. Muy por el contrario, en este articulo, y en los que sigan, busco desafiar no solo el status quo, si no también a las soluciones que tradicionalmente se han propuesto a tal.

La eliminación del salario mínimo fuera un paso en la dirección correcta, no solo hacia el ideal de una sociedad libre, si no también hacia la prosperidad y la eliminación de la pobreza, resultados natos de la verdadera libertad. Pero dicha medida por si sola no tendría ningún efecto hacia dicho ideal. Son muchísimos los problemas políticos y los abusos del estado los cuales crean nuestra condición de pobreza y subdesarrollo. Lo que necesitamos es cambiar nuestra forma de pensar. Aprender a ver mas aya de las cortinas de humo en las que se basa el sistema político, y desarrollar la capacidad de analizar las verdaderas consecuencias de las políticas publicas.




1 “Poder adquisitivo de los salvadoreños cayó en 2008” El Diario de Hoy. Jueves 13 de agosto de 2009. San Salvador. N.26,835
2 “Teoría del Valor-Trabajo” Wikipedia. 13 de agosto, 2009. http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_del_valor-trabajo
3 Rockwell Jr., Llewellyn H. “Wal-Mart Warms to the State.” Ludwin von Mises Institute. http://mises.org/story/1950
Poirot, Paul. “Inhumanity of the Minimum Wage.” The Freeman, April 1955
Carden, Art. “The Hidden Costs of a Minimum Wage.” Ludwin von Mises Institute. http://mises.org/story/3478

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