miércoles, 23 de diciembre de 2009

Socialismo Conservador

El único rol moralmente correcto del Estado es la protección de la propiedad privada. Pero muchos confunden este concepto de la protección de la propiedad privada, con la intervención estatal a favor del gran capital con el propósito de perpetuar el status quo en lo que llaman el capitalismo salvaje del libre mercado. En Estados Unidos también se a popularizado el termino “crony-capitalism” para describir este favoritismo de parte del aparato estatal hacia ciertos poderosos intereses de la empresa privada.

Esta concepción se amplifica al ver que en la mayoría de casos los beneficiarios y los benefactores son los mismos, miembros de dichos grupos de interés que se han posicionado en puestos de poder en el gobierno. Pero es un gravísimo error entender por este sistema, que se auto denomina de derecha, capitalismo, libre mercado, libertad de competencia, libre comercio, o cualquier otra terminología que dichos personaje se quieran adjudicar como racionalización de sus actividades, que no por estar dentro del marco legal que ellos mismos establecen dejan de ser criminales. Tales acciones, y el sistema que se crea a base de ellas, no por proteger a empresarios y pseudo-capitalistas dejan de ser socialistas.

Socialismos los hay de todos tipos a través del mundo y la historia, pero todos han funcionado a base de 3 ejes, apoyándose en uno o varios de ellos dependiendo de objetivos y tácticas. Dichos ejes son: 1) nacionalización, 2) redistribución y 3) regulación. Es socialista entonces el sistema que interrumpa el orden espontáneo generado por la sociedad libre en la cual los individuos interactúan e intercambien voluntariamente, con el propósito de beneficiar a un grupo de la sociedad sobre otro. Específicamente, se busca sacrificar el universo de productores a favor del grupo de interés que esté imponiendo su voluntad.

Puede ser un esquema Marxista, como la Unión Soviética, adonde el Estado nacionaliza la industria, confiscándole los bienes al sector productivo de la sociedad, y manejándolos a favor del llamado proletariado. Puede ser un esquema Fascista, como el de la Alemania Nazi, en el cual el Estado regula completamente al sector productivo con objetivos políticos, y redistribuye las ganancias de dicho sector para financiar un estado militar expansionista. Puede ser un esquema sindicalista, como lo que se esta dando en Estados Unidos con la confiscación de facto de la industria automovilística y su entrega al poderoso sindicato de trabajadores automovilísticos. También puede ser un socialismo conservador, en el cual el estado ocupa sus poderes regulatorios para imponer el status quo y limitar el cambio socio-económico, y ocupa sus poderes redistributivos para asegurar el bienestar de la elite económica existente.

Solo en los sistemas totalitarios se facilita la identificación de estos grupos que imponen sus intereses a través del aparato estatal, ya que al tener control total sobre la sociedad no se les es necesario constantemente justificar sus acciones ante la población. En los sistemas democráticos es diferente. La competencia electoral por su naturaleza obliga a los diferentes grupos de interés a aglutinarse en flojas alianzas partidario-políticas que crean ideologías para manipular las necesidades y los deseos de los ciudadanos con el fin de convencerlos que son ellos, y no “los otros” quienes velaran por su bienestar. La ideología se vuelve entonces una especie de mitología heroica con la cual la clase política distrae al electorado mientras se pelean entre ellos el acceso a la arcas publicas y al aparto de seguridad.

Pero al fin del caso vienen a ser lo mismo, estas derechas e izquierdas, que se vienen peleando por el mismo botín, por el mismo poder, con la única diferencia siendo qué grupos se lograrán aprovechar de la situación. Y con el entendimiento que la democracia permitirá que se pasen la batuta del poder el uno al otro a través del tiempo, lo que los dos lados buscan por igual es la expansión del estado, y así del control sobre la sociedad. Se aprovechan de los verdaderos problemas de la población para declarar que la crisis demanda que el estado expanda su rol para poder afrontar el cataclismo que ciertamente se acerca.

La historia nos ha enseñado que el Estado nunca es la solución, que la verdadera libertad es el único camino al progreso y al bienestar humano, y que el vigor del espíritu humano, y nuestra capacidad de razonar, son la única esperanza que tiene el futuro de nuestra especie. Pero nos hemos dejado cegar por cortinas de humo, por falsa ideologías. Nos hemos dejado convencer que el ser humano no tiene la capacidad de desarrollarse plenamente. Que somos animalitos perdidos sin dirección y que nuestra única esperanza es entregarle el poder por sobre nuestras vidas a una clase política magnánima y desinteresada. Que sin la dirección de un estado cada vez mas grande y poderoso caeríamos al caos irreversible.

Repito. El único rol moralmente correcto del Estado es la protección de la propiedad privada. La propiedad privada, primero como nuestras vidas, y segundo como el fruto de nuestro trabajo. Cualquier función mas aya de esto es una de dos cosas, o migajas a una población engañada para satisfacer la opinión publica, o una desvergonzada movida para aprovecharse de nuestras necesidades con el propósito de expandir su poder. Aparte de esto solo están las buenas intenciones de idiotas útiles, que han caído en la trampa del Leviatán.

Hay quienes se hacen, y quienes son. No seamos idiotas útiles de aquellos que siempre se han aprovechado de nuestras esperanzas y nuestra buena fe.

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